El vuelo que nunca regresó

En la mañana del 16 de septiembre de 1966 despegó del aeropuerto de Los Rodeos, en viaje a La Palma, un avión DC-3 de la compañía Spantax, con 24 pasajeros a bordo y tres tripulantes: el comandante Eugenio Maldonado, el copiloto Fernando Piedrafita y la azafata María del Carmen Vázquez.
El avión despegó en condiciones meteorológicas normales, por lo que todo parecía que se trataba de un vuelo de rutina. Ninguno de los pasajeros podía imaginar la sorpresa que les esperaba.
Apenas dos minutos después del despegue y cuando volaba en régimen de ascenso y entre nubes a una altitud de 2.800 pies, la tripulación se percató de unas extrañas vibraciones, advirtiendo que la hélice del motor izquierdo se había "embalado", por lo que el comandante procedió a "ponerla en bandera", que era el único procedimiento que podía hacer, pese a lo cual no dio resultado.

Las opciones posibles eran muy pocas, ya que en los alrededores sólo había mar y la muralla imponente de acantilados de la costa de Tacoronte y El Sauzal, por lo que el comandante Maldonado entendió que la única posibilidad que le quedaba era intentar el amaraje, informando por radio de lo que sucedía a la torre de control de Los Rodeos, así como a la azafata a la que previno para que preparara al pasaje ante el desenlace inmediato: - Todos con los cinturones de seguridad abrochados y con la cabeza abajo -. Foto submarina > Con una gran serenidad y habilidad, el comandante Maldonado consiguió descender con suavidad y amarar el avión en la bahía de Los Ángeles, a la izquierda de la playa de La Garañona, frente a los acantilados de El Sauzal, a unos 300 metros de la costa y protegida de los vientos dominantes por la Punta de los Parrales, donde en ese momento se encontraban faenando media docena de barcos pesqueros, los cuales, desde que advirtieron la maniobra del avión, entendieron que algo grave sucedía y pusieron proa hacia el lugar donde éste se había posado para prestarle ayuda.

El avión permaneció a flote unos diez minutos. Durante este tiempo, el pasaje, que obedeció sin discusión alguna las instrucciones de la tripulación, abandonó la cabina del DC-3 y pasó a los botes de los pescadores de El Puertito, ayudados por éstos, para luego ser conducidos a tierra, donde esperaba una muchedumbre asombrada por el acontecimiento que estaba presenciando. En los primeros momentos, algunos pasajeros que sabían nadar se echaron al agua antes de la llegada de los botes, mientras que el resto del pasaje, con los chalecos salvavidas puestos, permaneció a bordo hasta que se le indicó el abandono del avión, siendo recogidos sin problemas.

Cuando terminó la evacuación, uno de los pasajeros, Fernando Izquierdo Afonso, juez de paz del municipio de La Victoria, en medio de una fuerte crisis nerviosa, se negó a abandonar el avión, quedando fuertemente asido a una de las abrazaderas de la puerta de salida. Los esfuerzos del comandante Maldonado por salvarle resultaron inútiles, por lo que tuvo que desistir, medio asfixiado, cuando el avión comenzaba a hundirse con el infortunado pasajero a bordo. En estas dramáticas circunstancias falleció la única víctima del suceso, desapareciendo bajo las aguas en una profundidad de unos treinta metros.

VER EL VIDEO: Los alumnos de la Escuela de Cine y Televisión de Los Realejos han grabado un documental sobre el suceso. Además de mostrar lo que ocurrió aquel 16 de septiembre, el audiovisual busca rendir un tributo a los pescadores.Por el fallecimiento del vecino de La Victoria, el piloto casi es condenado a pena de muerte por supuesto ahogamiento salvándose finalmente al determinar la autopsia que fue víctima de un infarto.

Con estas lineas Moteros de Tenerife quiere honrar a todas las persona que estuvieron implicadas en estos hechos: Tripulantes, Pescadores de El Puertito (El Sauzal) y Pasajeros del vuelo IB-261 y que recordamos con la visita realizada el pasado 09.05.21 al mirador donde se encuentra la escultura en honor a los pescadores del Sauzal.



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